Capítulo V. Los Toyota?
Un nuevo día comienza y bien temprano ya estamos todos listos para dejar la casa que ha sido nuestro hogar los últimos dos días. Nos despedimos de Susi, aunque nos vamos con la incertidumbre de no saber si quizás tengamos que volver esta noche a pedirle asilo de nuevo.
El día no presagia nada bueno ya que el sol está completamente tapado por unos nubarrones negros y según nos dirigimos hacia Cape Town empieza a diluviar.
Llegamos al almacén y tras dejar el coche en el parking, Jose y Ainhoa se dirigen a la oficina a preguntar y comentar que ya estamos aquí. Aún no ha llegado nadie, ni nuestro contacto en Röhlig para el día de hoy, Janice, ni el Custom Examinator. Así que vuelven al coche y pasamos el rato hablando, jugando, comiendo algo y como siempre riendo.
Hace rato que las once han pasado en nuestros relojes y allí sigue sin aparecer nadie. Cuando ya estábamos a punto de empezar una tanda de llamadas, aparece la tal Janice y un señor con una cara de malas pulgas de aúpa. Si, el Custom Examinator, y no parece estar especialmente contento de haber tenido que salir de su oficina para venir a un almacén, cayendo agua a cantaros, y porque a unos europeos se les ha antojado enviar sus coches para hacer turismo. En fin, es lo que hay, y nosotros, que aunque con poca experiencia aprendemos rápido de las situaciones, esbozamos nuestra mejor sonrisa y p'alante…
Toñi se ofrece a quedarse en el coche con los peques para que el resto podamos pelearnos tranquilamente. Entramos en la oficina, saludamos y en un momento nos reparten chalecos reflectantes y nos preparamos para salir a la campa.
Una carrera hacia donde nos indican y vemos que tienen nuestro contenedor preparado para abrir. Si!!!, no os podéis imaginar la ilusión al volver a ver el mismo contenedor azul con las letras ITALIA en un lateral, pero esta vez en la otra punta del mundo!!!
El Examinator lleva en sus manos nuestro más valioso documento en estos momentos, y que tuvimos que enviar por mensajero un mes atrás a Sudáfrica, el Carnet du Passage. Lo más curioso es que los utiliza para taparse la cabeza de la lluvia… increíble, pero mejor callar no sea que lo enfademos aún más.
Lo sentimos mucho pero de esta parte no disfrutareis de instantáneas, ya que entre la lluvia, las prisas, los nervios y las caras de perro del Examinator, declinamos cualquier intento de sacar la cámara.
Unos operarios se dirigen al contenedor con una gran cizalla y proceden a cortar el precinto, que raudos le presentan al Examinator quien compara el número con el que aparece en sus papeles. Coinciden.
Indica que abran las puertas y dada la que estaba cayendo se salta las normas y hace que destrinquen los coches y los saquemos para que bajo la nave en la que está resguardado compruebe los números de bastidor. Teóricamente no deberíamos poder sacar ninguna mercancía del contenedor hasta su comprobación, pero claro, el señor no se quiere ni mojar ni ensuciar las manos.
La emoción es máxima cuando entramos en el contenedor y vemos de nuevo a nuestros pequeñines, como si estuvieran dormidos. Procedemos a conectar las baterías mientras el resto de operarios destrincan los trácteles que los sujetaban y en un santiamén estamos con ellos en marcha.
Sacamos los coches y los metemos en la nave dejándolos en paralelo.
El Examinator se dirige hacia nosotros con los Carnet du Passage y le indico donde se encuentra el número de bastidor, paso de rueda delantero derecho. El señor no se quiere ni agachar y me pide que le dicte los números. No me deja ni acabar y según empiezo a dictar él mismo acaba la serie, no sé si impacientado por mi poca destreza deletreando en inglés o por la prisa de volver a su oficina, el hecho es que en 15 segundos tiene comprobados los dos coches y da por bueno el tema. Ante nuestra sorpresa no se interesa lo más mínimo por el contenido de los vehículos y recoge sus cosas y se va.
Hablamos con Janice sobre si nos podemos llevar o no los coches y nos dice que nos falta un papel para retirarlos del almacén. Ese papel debe ir a buscarlo ella misma y nos dice que en cosa de una hora estará allí de nuevo. Preguntamos qué hacemos con los coches y el responsable del almacén, muy simpático la verdad, nos dice que no podemos sacar los coches del almacén pero podemos moverlos hasta el parking (donde está nuestro VW Chicco) y esperar allí a que vuelva Janice con el dichoso papel.
La alegría es máxima cuando llegamos con los coches al parking. Cada uno sube en su sitio y empezamos a preparar todo, material de navegación, chaquetas y ropa limpia para todos, vaya que en cosa de cinco minutos nos encontramos como en casa, lloviendo fuera y hablando animadamente por la emisora.
Son cerca de las dos del mediodía y tenemos que decidir si devolvemos el VW Chicco o no. La decisión desde los cómodos asientos de los Toyota es clara, hoy nos vamos montados en ellos cueste lo que cueste. Una vez aquí nadie nos va a hacer dejar los coches otro día más en el almacén, a malas dormimos en ellos, jajajajaja.
Así que Toñi y yo cogemos el GPS y el VW Chicco y nos dirigimos a la ciudad a devolverlo. Nuestro regreso es en Taxi y cuando llegamos Jose y Ainhoa están exaltados, han llamado a ver qué pasaba con el papelito ya que tardaban mucho y la única respuesta que han tenido ha sido que se habían ido a comer. Este hecho colmó nuestra paciencia que hasta el momento había sido mucha. Nos subimos a los coches y salimos con ellos en dirección a Cape Town y en concreto a Röhlig.
Una vez allí, Jose y Ainhoa que son los que más encendidos van, suben dispuestos a liarla y vaya si la lían, en diez minutos sale un chico que coge una furgoneta y se va a buscar el dichoso papel. Pretendían que esperásemos un día más y que todo "siguiera su curso". A la media hora regresa el chico con nuestros Carnets du Passage debajo del brazo debidamente sellados y el famoso papelito. Un documento azul que al parecer hay que entregar en el almacén para que te dejen retirar definitivamente la mercancía.
Divertido el momento en que al darnos el papel nos dicen: "Con este papel ya podéis ir al almacén y retirar los vehículos", cuando los vehículos estaban aparcados en la puerta.
De todas formas como en el fondo somos buenas personas llevamos el dichoso papel al almacén para evitar problemas.
Con ello hemos terminado en Ciudad del Cabo. Aunque la ciudad nos ha gustado, tenemos unas ganas enormes de dejarla y sin esperar más, activamos la ruta en los GPS y nos dirigimos al norte con la intención de hacer parte de la primera etapa e intentar recuperar parte del tiempo perdido.
Realmente los días perdidos durante la espera no han sido tales ya que en el planteamiento inicial teníamos previstos dos días en Cape Town para las gestiones y cinco más al final de la ruta que si no eran utilizados durante el viaje los pasaríamos en Zanzíbar. De momento hemos perdido un día y medio de los de reserva, pero el viaje es muy largo y esto ahora no es motivo de preocupación.
La circulación es amena y algo curioso es el hecho de que, aunque las normas parecen no existir (cambian de sentido en cualquier sitio, paran en el arcén, número de ocupantes,...), sí que son extremadamente cívicos, ya que siempre te facilitan el adelantamiento con indicaciones, te dan las gracias continuamente, te ceden el paso al incorporarte…
Hacemos una parada en una de las primeras estaciones de servicio que nos encontramos tras abandonar la civilización. En ella un grupo que conducen dos todoterrenos están impresionados con nuestro viaje y no paran de hacernos preguntas sobre él. Les entrego un adhesivo de KDJoteros y se despiden de nosotros curiosamente con un: "Only Toyota!!" La única diferencia es que los suyos son HDJ 105… Como curiosidad explicar que se quedan alucinando con el coche de Jose, ya que el 125 no es un modelo comercializado en Sudáfrica e incluso le han llegado a preguntar si lo ha cortado!!
La tarde se nos va echando encima y madre mía, que manera de caer agua, en 100 Km no ha parado de llover ni un minuto. Empezamos a pensar en buscar un lugar donde dormir. En el Garmin nos aparece un camping en un pueblo llamado Citrusdal y hacia él nos dirigimos. Llegamos justo cuando están cerrando las tiendas y aun nos da tiempo para realizar unas compras en un supermercado SPAR, si si, como los Spar de toda la vida que había en España hace años, incluso con el mismo logo!
Es una pequeña compra pero que nos dará autonomía durante un par de días ya que en los vehículos no nos permitían llevar alimentos.
En el camping decidimos dormir todos en un Bungalow ya que ha caído la noche y aun llueve. La casita es bastante justa pero para pasar una noche nos sobra. Dos habitaciones, un lavabo, una cocina y una pequeña sala de estar, un frio que te cala los huesos y solo nos han podido dejar dos estufas eléctricas que vamos moviendo según necesitamos.
Ya hemos cenado. Ainhoa y Toñi están descargando fotos, Jose acabando de lavar los platos, Marc durmiendo y Nerea a mi lado mirando como escribo estas líneas y bostezando de sueño.
Ha sido un día muy largo. Hemos conseguido hacer 170 Km de la etapa y la felicidad llena nuestros corazones. Ya tenemos los coches y por fin la ruta ha comenzado!!
Un nuevo día comienza y bien temprano ya estamos todos listos para dejar la casa que ha sido nuestro hogar los últimos dos días. Nos despedimos de Susi, aunque nos vamos con la incertidumbre de no saber si quizás tengamos que volver esta noche a pedirle asilo de nuevo.
El día no presagia nada bueno ya que el sol está completamente tapado por unos nubarrones negros y según nos dirigimos hacia Cape Town empieza a diluviar.
Llegamos al almacén y tras dejar el coche en el parking, Jose y Ainhoa se dirigen a la oficina a preguntar y comentar que ya estamos aquí. Aún no ha llegado nadie, ni nuestro contacto en Röhlig para el día de hoy, Janice, ni el Custom Examinator. Así que vuelven al coche y pasamos el rato hablando, jugando, comiendo algo y como siempre riendo.
Hace rato que las once han pasado en nuestros relojes y allí sigue sin aparecer nadie. Cuando ya estábamos a punto de empezar una tanda de llamadas, aparece la tal Janice y un señor con una cara de malas pulgas de aúpa. Si, el Custom Examinator, y no parece estar especialmente contento de haber tenido que salir de su oficina para venir a un almacén, cayendo agua a cantaros, y porque a unos europeos se les ha antojado enviar sus coches para hacer turismo. En fin, es lo que hay, y nosotros, que aunque con poca experiencia aprendemos rápido de las situaciones, esbozamos nuestra mejor sonrisa y p'alante…
Toñi se ofrece a quedarse en el coche con los peques para que el resto podamos pelearnos tranquilamente. Entramos en la oficina, saludamos y en un momento nos reparten chalecos reflectantes y nos preparamos para salir a la campa.
Una carrera hacia donde nos indican y vemos que tienen nuestro contenedor preparado para abrir. Si!!!, no os podéis imaginar la ilusión al volver a ver el mismo contenedor azul con las letras ITALIA en un lateral, pero esta vez en la otra punta del mundo!!!
El Examinator lleva en sus manos nuestro más valioso documento en estos momentos, y que tuvimos que enviar por mensajero un mes atrás a Sudáfrica, el Carnet du Passage. Lo más curioso es que los utiliza para taparse la cabeza de la lluvia… increíble, pero mejor callar no sea que lo enfademos aún más.
Lo sentimos mucho pero de esta parte no disfrutareis de instantáneas, ya que entre la lluvia, las prisas, los nervios y las caras de perro del Examinator, declinamos cualquier intento de sacar la cámara.
Unos operarios se dirigen al contenedor con una gran cizalla y proceden a cortar el precinto, que raudos le presentan al Examinator quien compara el número con el que aparece en sus papeles. Coinciden.
Indica que abran las puertas y dada la que estaba cayendo se salta las normas y hace que destrinquen los coches y los saquemos para que bajo la nave en la que está resguardado compruebe los números de bastidor. Teóricamente no deberíamos poder sacar ninguna mercancía del contenedor hasta su comprobación, pero claro, el señor no se quiere ni mojar ni ensuciar las manos.
La emoción es máxima cuando entramos en el contenedor y vemos de nuevo a nuestros pequeñines, como si estuvieran dormidos. Procedemos a conectar las baterías mientras el resto de operarios destrincan los trácteles que los sujetaban y en un santiamén estamos con ellos en marcha.
Sacamos los coches y los metemos en la nave dejándolos en paralelo.
El Examinator se dirige hacia nosotros con los Carnet du Passage y le indico donde se encuentra el número de bastidor, paso de rueda delantero derecho. El señor no se quiere ni agachar y me pide que le dicte los números. No me deja ni acabar y según empiezo a dictar él mismo acaba la serie, no sé si impacientado por mi poca destreza deletreando en inglés o por la prisa de volver a su oficina, el hecho es que en 15 segundos tiene comprobados los dos coches y da por bueno el tema. Ante nuestra sorpresa no se interesa lo más mínimo por el contenido de los vehículos y recoge sus cosas y se va.
Hablamos con Janice sobre si nos podemos llevar o no los coches y nos dice que nos falta un papel para retirarlos del almacén. Ese papel debe ir a buscarlo ella misma y nos dice que en cosa de una hora estará allí de nuevo. Preguntamos qué hacemos con los coches y el responsable del almacén, muy simpático la verdad, nos dice que no podemos sacar los coches del almacén pero podemos moverlos hasta el parking (donde está nuestro VW Chicco) y esperar allí a que vuelva Janice con el dichoso papel.
La alegría es máxima cuando llegamos con los coches al parking. Cada uno sube en su sitio y empezamos a preparar todo, material de navegación, chaquetas y ropa limpia para todos, vaya que en cosa de cinco minutos nos encontramos como en casa, lloviendo fuera y hablando animadamente por la emisora.
Son cerca de las dos del mediodía y tenemos que decidir si devolvemos el VW Chicco o no. La decisión desde los cómodos asientos de los Toyota es clara, hoy nos vamos montados en ellos cueste lo que cueste. Una vez aquí nadie nos va a hacer dejar los coches otro día más en el almacén, a malas dormimos en ellos, jajajajaja.
Así que Toñi y yo cogemos el GPS y el VW Chicco y nos dirigimos a la ciudad a devolverlo. Nuestro regreso es en Taxi y cuando llegamos Jose y Ainhoa están exaltados, han llamado a ver qué pasaba con el papelito ya que tardaban mucho y la única respuesta que han tenido ha sido que se habían ido a comer. Este hecho colmó nuestra paciencia que hasta el momento había sido mucha. Nos subimos a los coches y salimos con ellos en dirección a Cape Town y en concreto a Röhlig.
Una vez allí, Jose y Ainhoa que son los que más encendidos van, suben dispuestos a liarla y vaya si la lían, en diez minutos sale un chico que coge una furgoneta y se va a buscar el dichoso papel. Pretendían que esperásemos un día más y que todo "siguiera su curso". A la media hora regresa el chico con nuestros Carnets du Passage debajo del brazo debidamente sellados y el famoso papelito. Un documento azul que al parecer hay que entregar en el almacén para que te dejen retirar definitivamente la mercancía.
Divertido el momento en que al darnos el papel nos dicen: "Con este papel ya podéis ir al almacén y retirar los vehículos", cuando los vehículos estaban aparcados en la puerta.
De todas formas como en el fondo somos buenas personas llevamos el dichoso papel al almacén para evitar problemas.
Con ello hemos terminado en Ciudad del Cabo. Aunque la ciudad nos ha gustado, tenemos unas ganas enormes de dejarla y sin esperar más, activamos la ruta en los GPS y nos dirigimos al norte con la intención de hacer parte de la primera etapa e intentar recuperar parte del tiempo perdido.
Realmente los días perdidos durante la espera no han sido tales ya que en el planteamiento inicial teníamos previstos dos días en Cape Town para las gestiones y cinco más al final de la ruta que si no eran utilizados durante el viaje los pasaríamos en Zanzíbar. De momento hemos perdido un día y medio de los de reserva, pero el viaje es muy largo y esto ahora no es motivo de preocupación.
La circulación es amena y algo curioso es el hecho de que, aunque las normas parecen no existir (cambian de sentido en cualquier sitio, paran en el arcén, número de ocupantes,...), sí que son extremadamente cívicos, ya que siempre te facilitan el adelantamiento con indicaciones, te dan las gracias continuamente, te ceden el paso al incorporarte…
Hacemos una parada en una de las primeras estaciones de servicio que nos encontramos tras abandonar la civilización. En ella un grupo que conducen dos todoterrenos están impresionados con nuestro viaje y no paran de hacernos preguntas sobre él. Les entrego un adhesivo de KDJoteros y se despiden de nosotros curiosamente con un: "Only Toyota!!" La única diferencia es que los suyos son HDJ 105… Como curiosidad explicar que se quedan alucinando con el coche de Jose, ya que el 125 no es un modelo comercializado en Sudáfrica e incluso le han llegado a preguntar si lo ha cortado!!
La tarde se nos va echando encima y madre mía, que manera de caer agua, en 100 Km no ha parado de llover ni un minuto. Empezamos a pensar en buscar un lugar donde dormir. En el Garmin nos aparece un camping en un pueblo llamado Citrusdal y hacia él nos dirigimos. Llegamos justo cuando están cerrando las tiendas y aun nos da tiempo para realizar unas compras en un supermercado SPAR, si si, como los Spar de toda la vida que había en España hace años, incluso con el mismo logo!
Es una pequeña compra pero que nos dará autonomía durante un par de días ya que en los vehículos no nos permitían llevar alimentos.
En el camping decidimos dormir todos en un Bungalow ya que ha caído la noche y aun llueve. La casita es bastante justa pero para pasar una noche nos sobra. Dos habitaciones, un lavabo, una cocina y una pequeña sala de estar, un frio que te cala los huesos y solo nos han podido dejar dos estufas eléctricas que vamos moviendo según necesitamos.
Ya hemos cenado. Ainhoa y Toñi están descargando fotos, Jose acabando de lavar los platos, Marc durmiendo y Nerea a mi lado mirando como escribo estas líneas y bostezando de sueño.
Ha sido un día muy largo. Hemos conseguido hacer 170 Km de la etapa y la felicidad llena nuestros corazones. Ya tenemos los coches y por fin la ruta ha comenzado!!
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