Re: África 2008. La Crónica.
Capítulo XXXI. Último día en Zanzíbar
Tras un buen sueño reconfortante nos levantamos con fuerzas (y sobretodo ánimos) renovados, desayunamos y nos dedicamos a recorrer nuevamente la ciudad para intentar formalizar las últimas compras antes de volver de nuevo al continente.
Nuevos paseos por estrechas calles por las cuales nos movemos ya como si fueran habituales en nuestro día a día.



La mañana pasa rápidamente entre juegos, laberintos de calles y negociaciones en pequeñas tiendas de souvenirs.
Es ya la hora de comer cuando por casualidad nos encontramos de nuevo con nuestros compañeros de viaje. Toñi y Jose acaban de llegar de su excursión por Page y Nungwi y la casualidad ha hecho que nos encontremos antes de lo acordado.


Les damos unos minutos para devolver la moto de alquiler y nos vamos todos juntos a comer algo en un bonito restaurante a orillas del mar donde nos ponemos al día de las experiencias ocurridas en el par de días que hemos estado separados.
Tras la comida nos dirigimos de nuevo a una pequeña tienda donde tenemos localizado un elefante de ébano que hemos estado persiguiendo estos días, pero que aun no hemos conseguido cerrar un precio "justo".
El vendedor, un chico joven, ya nos recibe con risas cada vez que pasamos por su tienda y llegamos decididos a salir con el tembo (elefante en swahili) debajo del brazo. Tras más negociaciones, discusiones de precio, que si en euros, que si en dólares, al final conseguimos cerrar el trato con algo que se nos ocurre medio en broma pero que acaba siendo un factor decisivo en la compra. Hago un amago de última oferta añadiendo algo que a mi parecer se me hacia divertido, 50$ y una coca cola en el Africa House!!
Lo que para mí es una broma para el joven chico es algo importante ya que automáticamente cambia la expresión de su cara y acepta el trato. Al parecer, y según nos enteramos más tarde, los "locales" tienen vetada la entrada a este local ya que es únicamente para turistas.
Salimos con el tembo debajo del brazo en dirección al Africa House donde habíamos quedado para ver de nuevo la puesta de sol con Jose y Toñi. Cuando apenas hemos recorrido 200 metros nos damos cuenta que al elefante le faltan los colmillos y se queda Ainhoa con los niños mientras el vendedor y yo volvemos corriendo a la tienda a por ellos.
A nuestro regreso nos encontramos con que un individuo con malas pintas ha intentado quitarles el elefante recién adquirido, pero mientras Ainhoa defiende lo que es nuestro, Nerea que se encontraba sentada encima del elefante le ha dado una buena palmada en la mano lo que ha sorprendido al malas pintas. Está claro que casi un mes por África ha espabilado lo suficiente a Nerea para no dejar tocar a nadie lo que es suyo, ja ja ja. El "pintas" al vernos aparecer al vendedor y a mi desiste en su intento y se marcha de allí.
Nos dirigimos al Africa House y yo me desvío un momento al hotel a dejar el enorme elefante de ébano. Cuando llego al Africa House me encuentro ya con todos en la terracita, una coca cola esperándome y la puesta de sol a punto de comenzar su espectáculo.
Ainhoa me cuenta que al llegar a la puerta el chico se quedó en ella sin flanquearla mientras los vigilantes del hotel le miraban expectantes, pero al hacerle ella un gesto para que la siguiera le dejaron pasar sin mayor problemas.
Una vez en la terraza el joven chico disfruta de su merecida coca cola en una terraza donde al parecer no había estado nunca y nos acribilla a preguntas sobre nosotros, nuestro viaje, nuestra vida en España y mil cosas más.









Unas pocas nubes enturbian la puesta de sol pero no consiguen estropear el momento.
Nos despedimos del chico y nos vamos a cenar todos juntos sin alargar demasiado la jornada ya que mañana, muy temprano, debemos ir a coger el ferry que nos llevará de vuelta a Dar es Salaam.
En la puerta de nuestro hotel quedamos con un taxista en que nos pasará a recoger por la mañana para acercarnos al ferry. Mira que hemos estado todos el viaje junto a los Toyota y tenemos que ponernos a realizar todas las compras justo cuando no los tenemos junto a nosotros!! En fin, mañana saldremos hacia el continente con todos nuestros bultos al más puro estilo local y esperamos poderlos cargar en los Toyotas y que vuelvan con ellos en el contenedor.
Capítulo XXXI. Último día en Zanzíbar
Tras un buen sueño reconfortante nos levantamos con fuerzas (y sobretodo ánimos) renovados, desayunamos y nos dedicamos a recorrer nuevamente la ciudad para intentar formalizar las últimas compras antes de volver de nuevo al continente.
Nuevos paseos por estrechas calles por las cuales nos movemos ya como si fueran habituales en nuestro día a día.



La mañana pasa rápidamente entre juegos, laberintos de calles y negociaciones en pequeñas tiendas de souvenirs.
Es ya la hora de comer cuando por casualidad nos encontramos de nuevo con nuestros compañeros de viaje. Toñi y Jose acaban de llegar de su excursión por Page y Nungwi y la casualidad ha hecho que nos encontremos antes de lo acordado.
Les damos unos minutos para devolver la moto de alquiler y nos vamos todos juntos a comer algo en un bonito restaurante a orillas del mar donde nos ponemos al día de las experiencias ocurridas en el par de días que hemos estado separados.
Tras la comida nos dirigimos de nuevo a una pequeña tienda donde tenemos localizado un elefante de ébano que hemos estado persiguiendo estos días, pero que aun no hemos conseguido cerrar un precio "justo".
El vendedor, un chico joven, ya nos recibe con risas cada vez que pasamos por su tienda y llegamos decididos a salir con el tembo (elefante en swahili) debajo del brazo. Tras más negociaciones, discusiones de precio, que si en euros, que si en dólares, al final conseguimos cerrar el trato con algo que se nos ocurre medio en broma pero que acaba siendo un factor decisivo en la compra. Hago un amago de última oferta añadiendo algo que a mi parecer se me hacia divertido, 50$ y una coca cola en el Africa House!!
Lo que para mí es una broma para el joven chico es algo importante ya que automáticamente cambia la expresión de su cara y acepta el trato. Al parecer, y según nos enteramos más tarde, los "locales" tienen vetada la entrada a este local ya que es únicamente para turistas.
Salimos con el tembo debajo del brazo en dirección al Africa House donde habíamos quedado para ver de nuevo la puesta de sol con Jose y Toñi. Cuando apenas hemos recorrido 200 metros nos damos cuenta que al elefante le faltan los colmillos y se queda Ainhoa con los niños mientras el vendedor y yo volvemos corriendo a la tienda a por ellos.
A nuestro regreso nos encontramos con que un individuo con malas pintas ha intentado quitarles el elefante recién adquirido, pero mientras Ainhoa defiende lo que es nuestro, Nerea que se encontraba sentada encima del elefante le ha dado una buena palmada en la mano lo que ha sorprendido al malas pintas. Está claro que casi un mes por África ha espabilado lo suficiente a Nerea para no dejar tocar a nadie lo que es suyo, ja ja ja. El "pintas" al vernos aparecer al vendedor y a mi desiste en su intento y se marcha de allí.
Nos dirigimos al Africa House y yo me desvío un momento al hotel a dejar el enorme elefante de ébano. Cuando llego al Africa House me encuentro ya con todos en la terracita, una coca cola esperándome y la puesta de sol a punto de comenzar su espectáculo.
Ainhoa me cuenta que al llegar a la puerta el chico se quedó en ella sin flanquearla mientras los vigilantes del hotel le miraban expectantes, pero al hacerle ella un gesto para que la siguiera le dejaron pasar sin mayor problemas.
Una vez en la terraza el joven chico disfruta de su merecida coca cola en una terraza donde al parecer no había estado nunca y nos acribilla a preguntas sobre nosotros, nuestro viaje, nuestra vida en España y mil cosas más.








Unas pocas nubes enturbian la puesta de sol pero no consiguen estropear el momento.
Nos despedimos del chico y nos vamos a cenar todos juntos sin alargar demasiado la jornada ya que mañana, muy temprano, debemos ir a coger el ferry que nos llevará de vuelta a Dar es Salaam.
En la puerta de nuestro hotel quedamos con un taxista en que nos pasará a recoger por la mañana para acercarnos al ferry. Mira que hemos estado todos el viaje junto a los Toyota y tenemos que ponernos a realizar todas las compras justo cuando no los tenemos junto a nosotros!! En fin, mañana saldremos hacia el continente con todos nuestros bultos al más puro estilo local y esperamos poderlos cargar en los Toyotas y que vuelvan con ellos en el contenedor.
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